Después de una semana de recuperación iniciamos una nueva apuesta. Esta caminata de altura prometía: Iba poder entrar a una cueva y refrescarme en aguas cristalinas.
La curiosidad me arrastró pese al dolor y la experiencia de la última y recién salida explorer, eso sí, tuve que buscar nuevo acompañante porque no cualquiera, después de sufrir en una experiencia, tiene resistencia para aguantar otra a tan poco tiempo de vivida.
El destino: Montaña Peñasco Blanco, entrando por el pueblo San Miguel Ingenio en Metapán. Primero el camino hacia la cueva.
Debido a que no era temporada de lluvias, el calor y las condiciones propias de la montaña, había poca vegetación. De hecho, durante la semana se habían registrado un par de incendios forestales cerca del lugar.
Lo que nunca nos dicen los Picapiedras es que en sus casas hace un calor sofocante. Pudimos comprobarlo al entrar en la cueva en la que sudamos más por el calor que por el esfuerzo físico realizado para llegar a ella. Tuvimos que formar pequeños grupos porque el espacio era estrecho para contenernos a todos dentro y a los murciélagos nerviosos que nos esperaban.
Después, decidimos bajar a refrescarnos a las prometidas aguas cristalinas. Con expectativa y un poco de incredulidad empezamos a caminar, y ¡sorpresa! si son tan limpias como prometía el guía.
Así que sin dudarlo nos sumergimos a disfrutarlas. Esta fue la primera experiencia en montaña que no me dejó con ganas de no volver. Asumo que como todo, con la práctica se mejora.
Altura aproximada: 1865 msnm
Tiempo recorrido: Tres horas de ascenso y dos de descenso.
Panorama: Palmera de puntas amarillas moviéndose con timidez.
Escuchando:Un Beso Grande - Edgar Oceransky
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